Vapeo: ¿Alternativa real o chivo expiatorio en la lucha contra el tabaco?

    visualizaciones • 14 de mayo de 2025

    No fumo. Es más, el tabaco me da asquillo. Pero llevo años observando cómo el vapeo, esos llamados “cigarros electrónicos”, se ha convertido en una tabla de salvación para quienes no logran dejar el tabaco de golpe. No es la panacea, ni mucho menos, pero sí un paso intermedio, una alternativa menos tóxica para quienes buscan liberarse del humo y la combustión que tanto daño hacen.

    Sin embargo, la reciente ofensiva regulatoria del Ministerio de Sanidad español parece empeñada en ponerle puertas al campo. Se proponen restricciones que, lejos de estar avaladas por una sólida evidencia científica, pueden acabar empujando a muchos exfumadores de vuelta al tabaco tradicional, ese que sí está sobradamente demostrado como mucho más perjudicial. ¿El motivo oficial? Proteger la salud pública y frenar el acceso de los jóvenes a estos dispositivos. Pero la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha sido clara: muchas de estas medidas carecen de respaldo empírico y pueden resultar desproporcionadas e ineficaces.

    Entre las propuestas más polémicas está la eliminación de sabores distintos al tabaco en los vapeadores. Diversos estudios señalan que la variedad de sabores es clave para que los fumadores migren hacia alternativas menos dañinas, como el vapeo. Limitar esta diversidad podría tener el efecto contrario al deseado: menos opciones, más recaídas en el tabaco y, de paso, favorecer a las grandes tabacaleras, que ven en el vapeo un rival incómodo.

    Pero el choque no es solo estatal. Bruselas ha parado los pies a la reforma española, obligando a justificar cada restricción y recordando que la armonización normativa europea no puede sacrificarse en aras de intereses particulares o de una cruzada mal planteada. Mientras tanto, la industria del vapeo –formada en su mayoría por pequeños empresarios y consumidores adultos responsables– se enfrenta a la incertidumbre, la amenaza de cierres y la pérdida de empleos.

    En este contexto, entrevistar a Arturo Ribes, coordinador de una de las asociaciones de vapeadores más relevantes, es una oportunidad para escuchar de primera mano la voz de quienes están en el centro de la polémica. Porque más allá de titulares alarmistas y posturas dogmáticas, lo que necesitamos es información transparente, debate riguroso y políticas basadas en pruebas, no en prejuicios ni en presiones de lobbies farmacéuticos o tabaqueros.

    Como suelo recordar, dudar de todo es un acto de salud democrática. Y en el caso del vapeo, más que nunca, conviene preguntarse: ¿a quién beneficia realmente la guerra contra esta alternativa?

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